Por Ricardo López Göttig
En la República Federal Alemana se vienen alternando en el gobierno dos grandes partidos: la Democracia Cristiana (CDU) y la socialdemocracia (SPD), ambos formando coaliciones con el liberal FDP o los Verdes (Die Grünen). En el período 1966-1969 se formó, por primera vez, una Gran Coalición (Grosse Koalition) entre los democristianos y socialdemócratas, con Kurt Kiesinger como canciller. La segunda y tercera vez han sido con Angela Merkel en la cancillería federal, en los períodos 2005-2009 y 2013-2017. Durante el período 2009-2013 lo hizo en coalición con los liberales que, en los comicios del 2013, quedaron fuera del parlamento alemán (Bundestag). En las elecciones parlamentarias de 2017, la CDU y su socio bávaro CSU volvieron a mostrar que son la primera minoría, pero no les alcanzó para gobernar sin socios. En un parlamento muy fragmentado, se iniciaron largas e infructuosas negociaciones para conformar, por primera vez, la llamada "coalición Jamaica" por los colores de la bandera de la nación caribeña: la CDU (negro), los liberales FDP (amarillo) y los Verdes. En vano.
Martin Schulz, quien en las encuestas parecía en condiciones de arrebatarle a Merkel la cancillería federal, se desinfló cuando su partido SPD perdió en comicios regionales en sus propios bastiones. Finalmente obtuvo un magro resultado, y eso llevó a decir al líder socialdemócrata que no formaría una nueva Gran Coalición con Merkel.
Pero el surgimiento como tercera fuerza electoral de la ultranacionalista Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland, AfD) ha provocado un terremoto político: ninguno de los dos grandes partidos quiere repetir comicios generales que, muy probablemente, redunden en más bancas a favor del partido antisistema.
De allí, entonces, que Schulz comenzó nuevas y extensas negociaciones con Merkel para formar, una vez más, una Gran Coalición. Las propias bases socialdemócratas no quieren dejar el espacio de la oposición a este partido ultranacionalista, además de querer recuperar votos en un electorado que los observa con desánimo. De allí que Martin Schulz, de figura estrella pasara a ser el mariscal de la derrota, no sólo tuvo que resignar su posibilidad de ser el ministro de Relaciones Exteriores en un nuevo gobierno de coalición con Merkel, sino que además debe abandonar el cargo de secretario de su propio partido.
Angela Merkel, por su lado, resignó ministerios importantes a los socialdemócratas: Relaciones Exteriores, Finanzas y Trabajo. La agenda aceptada tiene más de socialdemócrata que de su propio partido. El enojo, pues, llega también a la canciller federal por primera vez en mucho tiempo.
El 4 de marzo, los afiliados socialdemócratas votarán a favor o en contra de este ¿capítulo IV? de la Gran Coalición. Merkel, ante la incertidumbre, anunció que podría gobernar en minoría, algo insólito en la política germana. Y es que la Unión Europea en general, y Francia en particular, están esperando la formación de un gobierno estable en la locomotora económica del continente.
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