A mediados del siglo XIX, el Imperio Ruso conquistó el Asia Central. Cuando se creó la Unión Soviética, Asia Central siguió anexada, a pesar de los intentos independentistas de los nacionalistas kazajos del Alash Orda y de los antiguos janatos de Bujara y Jiva. Cuando la URSS implotó en 1991, la nomenklatura del Partido Comunista siguió en el poder, ahora reciclada como gobernante de las repúblicas. El ejemplo de Nursultan Nazarbaiev es elocuente: de ser el primer secretario del Partido Comunista de la República Socialista Soviética de Kazajstán, pasó a ser el presidente del nuevo país, y desde entonces se mantiene en el poder a través de comicios que, según observadores internacionales, no cumplieron las condiciones elementales de libertad y transparencia.
De acuerdo al censo del 2009, Kazajstán tiene mayoría de población kazaja, que representa el 63,1% (verde en el mapa); le sigue la minoría rusa, del 23,7%, que mayormente habita en el norte del país. A esto debemos añadirle que durante la época soviética, los puestos directivos de las empresas eran ocupados por rusos, calificados por su formación técnica y científica.
Si bien Kazajstán es miembro de la Unión Aduanera con la Federación de Rusia y Bielorrusia, de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) y la Organización para la Cooperación de Shanghai, en total sintonía con su poderoso vecino, no por ello la nutrida e influyente minoría rusa deja de ser una vulnerabilidad para el país, en la que Moscú lo tiene en jaque constante. La reciente iniciativa del primer ministro Dmitri Medveved de impulsar el reconocimiento de la ciudadanía a todos los rusos que viven en lo que antiguamente fue el Imperio y la URSS, aun cuando tenga la mira puesta principalmente en Crimea, afecta también a países como Kazajstán y los bálticos como Estonia, con una minoría rusa del 25%, y Letonia, 27,8%; y por supuesto Ucrania, con 17,3%. De acuerdo al proyecto de ley que en breve será tratado por la Duma, los rusos que habitan en otros países de la antigua URSS pueden solicitar el pasaporte, que sería tramitado en sólo tres meses.
Una vez más, es inevitable recordar lo que fue el Anschluss de Austria a Alemania en 1938, cuando fue anexada; la reivindicación de los germanos de los Sudetes en Checoslovaquia y el trasplante de alemanes de los países bálticos en la Polonia conquistada. ¿Europa se enfrenta de nuevo ante los espectros del irredentismo y las supremacías nacionalistas? Lo que ya fue superado en la Unión Europea, en donde hay democracias liberales respetuosas de los derechos individuales y de las minorías lingüísticas y religiosas, está lejos de ser una realidad cotidiana en el Este de Europa y el centro de Asia.
De acuerdo al censo del 2009, Kazajstán tiene mayoría de población kazaja, que representa el 63,1% (verde en el mapa); le sigue la minoría rusa, del 23,7%, que mayormente habita en el norte del país. A esto debemos añadirle que durante la época soviética, los puestos directivos de las empresas eran ocupados por rusos, calificados por su formación técnica y científica.
Si bien Kazajstán es miembro de la Unión Aduanera con la Federación de Rusia y Bielorrusia, de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) y la Organización para la Cooperación de Shanghai, en total sintonía con su poderoso vecino, no por ello la nutrida e influyente minoría rusa deja de ser una vulnerabilidad para el país, en la que Moscú lo tiene en jaque constante. La reciente iniciativa del primer ministro Dmitri Medveved de impulsar el reconocimiento de la ciudadanía a todos los rusos que viven en lo que antiguamente fue el Imperio y la URSS, aun cuando tenga la mira puesta principalmente en Crimea, afecta también a países como Kazajstán y los bálticos como Estonia, con una minoría rusa del 25%, y Letonia, 27,8%; y por supuesto Ucrania, con 17,3%. De acuerdo al proyecto de ley que en breve será tratado por la Duma, los rusos que habitan en otros países de la antigua URSS pueden solicitar el pasaporte, que sería tramitado en sólo tres meses.
Una vez más, es inevitable recordar lo que fue el Anschluss de Austria a Alemania en 1938, cuando fue anexada; la reivindicación de los germanos de los Sudetes en Checoslovaquia y el trasplante de alemanes de los países bálticos en la Polonia conquistada. ¿Europa se enfrenta de nuevo ante los espectros del irredentismo y las supremacías nacionalistas? Lo que ya fue superado en la Unión Europea, en donde hay democracias liberales respetuosas de los derechos individuales y de las minorías lingüísticas y religiosas, está lejos de ser una realidad cotidiana en el Este de Europa y el centro de Asia.
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