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Giro en la guerra de Putin contra Ucrania


La guerra que emprendió Vladímir Putin contra Ucrania ya entró en la sexta semana. Lo que se presentaba como una "misión pacificadora", con un cinismo propio de autócratas, y como una operación militar rápida y eficaz, ha terminado siendo un fiasco que, no sólo pone en duda la capacidad bélica de Rusia frente a sus vecinos, sino que también ha desmoronado los veinte años en los que el régimen imperante en el Kremlin destinó fortunas para influir más allá de sus fronteras.

Con unos dos millones de refugiados ucranianos en Polonia -la mitad de ellos, niños-, y cientos de miles en otros países cercanos, como Eslovaquia, Moldavia, República Checa, Rumania y otros de la Unión Europea, la catástrofe humanitaria requerirá de un claro y decidido apoyo económico para la reconstrucción tras la invasión. Pero lo cierto es que si los ucranianos no "existían" como una nación con identidad e historia propias -a todas luces, un argumento falaz y ahistórico-, la invasión del 24 de febrero la ha creado y ha despertado a la alianza atlántica y a la Unión Europea en cuanto a sus responsabilidades. En este sentido, la postura de los líderes políticos de Polonia, República Checa, Eslovenia, Lituania, Estonia y Letonia resulta clave expresar la preocupación legítima frente a las intenciones de Vladímir Putin y su régimen, hacia el resto de Europa. 

Hay quien sostiene que el presidente Zelensky no debería haber insistido en la incorporación de Ucrania a la OTAN, porque ello "provocó" la invasión. Este conflicto carece de toda justificación y, además, sus raíces se remontan a la separación de la península de Crimea y su anexión a Rusia en 2014, la creación de las dos ficticias "repúblicas populares" de Donetsk y Lugansk en abril de 2014, así como al establecimiento de entes fantasmagóricos como Abjazia, Osetia del Sur y Transnistria a lo largo de decenios, como una forma de debilitar a los países ex soviéticos. La ocupación de Bielorrusia con fuerzas militares rusas desde 2020, cuando Lukashenko orquestó elecciones fraudulentas para hacerse reelegir, es otro elemento del vasallaje al que Putin quiere someter al espacio geográfico de la ex Unión Soviética, no para restablecer el socialismo, sino por sus sueños imperiales.

El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, junto a sus pares Petr Fiala y Janez Jansa de la República Checa y Eslovenia, respectivamente, trazó un decálogo de sanciones para detener a Rusia en su invasión a Ucrania. Se podrá o no compartir la totalidad o alguno de los puntos mencionados, pero es una hoja de ruta a partir de la cual elaborar un plan. Pero también se vuelve imperioso en pensar en la Ucrania de posguerra, porque algún día, no sabemos cuándo, este conflicto cesará. Y si bien todo parece apuntar a que Ucrania no ingresará en los próximos años a la estructura defensiva de la OTAN, hasta el momento no hay exigencia de Putin para que no forme parte de la Unión Europea. En este sentido, los gobiernos de Ucrania, Georgia y Moldavia -tres damnificados por secesiones auspiciadas por el Kremlin- han aplicado para la entrada a la UE. Este es, por regla, un proceso largo y difícil, ya que no sólo tiene una complicada maraña de regulaciones, sino también -y esto es lo más importante- se requieren instituciones claras, transparentes y responsables como democracias liberales, Estados de Derecho y economías de mercado, tal como lo establecen los Criterios de Copenhague. Más allá de las negociaciones formales, deberá tomarse una decisión política de altas miras para la incorporación de estos tres países, la Association Trio, que hoy están en el grupo de la Eastern Partnership (EaP) de la UE, para que rápidamente puedan ingresar a la estructura comunitaria europea. 

Ignoramos qué hubiera ocurrido en la historia europea y planetaria, si en 1936 se hubiera contenido a Hitler cuando remilitarizó Renania, o qué hubiese pasado si Checoslovaquia resistía militarmente al Pacto de Munich de 1938. Claro que hubiera habido muertes, destrucción, refugiados, llamados a la paz, pero quizás se habría evitado el conflicto a escala mundial con sus decenas de millones de muertos, heridos, bombardeos masivos y campos de exterminio. Es significativo, aunque desde las lejanas latitudes sudamericanas no se advierta, que los más activos en su apoyo a la causa de la independencia de Ucrania sean países que estuvieron bajo la órbita del Imperio Ruso, de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia. 

El anuncio reciente de que el ejército ruso se concentrará en ampliar el territorio controlado por las "repúblicas populares" de Lugansk y Donetsk, y su retirada de otras partes de Ucrania, suponen un giro -y un fracaso- para los objetivos de Putin de humillar rápidamente al pueblo ucraniano con una guerra relámpago. Por el desempeño militar de las fuerzas armadas rusas y las decisiones que ha venido tomando Vladímir Putin, probablemente estemos observando la paradoja de que Rusia es la que está derrotando a Rusia.

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