Por Ricardo López Göttig
El socialista Pedro Sánchez logró sumar los votos suficientes para que se aprobara la moción de censura a Mariano Rajoy como presidente del Gobierno español, y en consecuencia sucederlo en esa magistratura. El Partido Popular, que hasta hace pocos días encabezaba Rajoy, había logrado ser la primera minoría en las elecciones de 2015 y 2016, aunque en ambas ocasiones no le alcanzaron los escaños para tener una mayoría sólida. En la segunda ocasión, con el apoyo de Ciudadanos y la Coalición Canaria, supo reunir las voluntades suficientes para alcanzar la mayoría y obtener su segundo mandato. En 2011, tras dos períodos de gobiernos del PSOE, el Partido Popular había alcanzado por sí solo la mayoría parlamentaria. En las elecciones generales de diciembre de 2015, si bien el PP se mantuvo como primera fuerza en sufragios, no le alcanzó la cantidad de escaños para formar gobierno y, en esas circunstancias, Pedro Sánchez intentó formar una coalición con Podemos y Ciudadanos, las dos alternativas emergentes frente al bipartidismo. No obstante, tampoco lo logró y debieron convocarse nuevos comicios en junio de 2016. Estos arrojaron números más holgados: el PP siguió siendo la primera minoría, aunque sumando bancas; el PSOE retrocedió a su mínimo histórico, nuevamente con Pedro Sánchez a la cabeza. Podemos, unido a Izquierda Unida con el nuevo rótulo de "Unidos Podemos", no logró apoderarse del espacio de la izquierda, en tanto que Ciudadanos redujo su representación parlamentaria.
Esta legislatura finaliza en 2020 y, hasta hace pocas semanas atrás, pocos suponían que Mariano Rajoy habría de ser despedido de su cargo dentro del marco constitucional.
Está claro que Pedro Sánchez es un presidente legal, dentro de lo establecido por el marco jurídico, pero su posición es endeble y se le hará difícil agotar esta legislatura. Su gabinete tiene figuras del PSOE e independientes, pero no de los socios circunstanciales que consiguió para remover al Partido Popular. La moción de censura sumó a Podemos, a los partidos regionales y al independentismo catalán, pero no es un conglomerado coherente y que pueda perdurar. En su afán por lograr un resultado político inmediato, llega a la presidencia del Gobierno, pero esta aventura puede significar su derrota más o menos próxima si no la convalida en las urnas. Así lo reclama, hoy, el partido Ciudadanos, al que las encuestas venían señalando como el favorito en el escenario nacional. El Partido Popular entra en una etapa de definición de su nuevo líder partidario, y las miradas apuntan, una vez más, al bastión gallego, en la figura de su actual presidente regional Alberto Núñez Feijóo.
Sánchez puede intentar llegar a 2020, aunque antes tendrá la cita de elecciones locales en 2019, en donde deberá medir el pulso con sus rivales. Ha demostrado, una y otra vez, su capacidad de reinventarse y vencer a sus rivales internos. ¿Le alcanza para desplegar un gobierno duradero? ¿Esperará a que pase el verano boreal para convocar a nuevos comicios, ya asentado en la presidencia?
Sea como fuere, por un lado debe transmitir señales de que España mantendrá su equilibrio macroeconómico y el crecimiento, a la vez que satisfacer expectativas y mantener en calma a las fuerzas que dejó libres al abrir la caja de Pandora.
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